Sin medida eres dado, ¡da, entonces, sin medida!

… “caminante peregrino”, lamentas, muchas veces, carecer de fervor… pero, ¿de qué se trata en realidad?… ¿se trata de dar a tu Señor un gusto o de dártelo a ti mismo?… el «fervor» pretendido puede resultarte una especie de prueba de que eres tal y tal cosa, ¡y así te consuelas!… pero, ¡el camino es otro!… la “intención profunda” carece de premios… “ella” arriba a su destino por una gracia que no probaras como satisfacción por tu parte… ¡mira que en el desierto padeces sed y no logras darte cuenta que estás cara al cielo!…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, es verdad que la plegaria es un consuelo incomparable… ¡pero no la cuentes en tus estadísticas!… no, el respiro de alma no te premia, ¡simplemente por él vives!… en tu plegaria no te escuches, deja que el silencio se “escuche”… ¡gran maestro es el silencio!… quieres resolver problemas con rápidas y eficientes respuestas, totalmente satisfactorias… no, ¡ciego!, ¡sordo!…. ¡deja que amanezca en tu interior el silencio!…

… hasta que no amanezca el silencio sigues con rumores y clamores, juicios y medidas… pretendiendo hacer o inventar no sé qué fórmula imposible… ¡pretensión del ruido que ni sombra tiene de la realidad!… el desafío es sobrepasar tu ansiedad y calmar la permanente agitación que te asalta con tanta frecuencia… ¡silencio y espacio interior!… ¡dar «lugar» al Otro!… aguarda a que todo adquiera su paso y su «moderación»… la oración no brota de apresuramientos ni de violencia alguna…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, evitas juzgar a tus hermanos, medirlos, clasificarlos y condenarlos… que no eres superior a tu Maestro… no regatees, no condiciones tu entrega, no mezquines oportunidades… sin medida eres dado, ¡da, entonces, sin medida!… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 6,37-42: “… den y se les dará…”)…