… hay quienes tiran la piedra y esconden la mano, acusadores “clientes” que siempre los hay… ¿cómo lograr la «paz» en medio de las acusaciones más o menos justas pero desproporcionadas e hipócritas?… las “pruebas” son beneficiosas, y la paz es consecuencia de un alma que confía y que sabe que puede y debe arrepentirse y corregirse si obró mal… ni las circunstancias, ni las porfías, ni los disfraces de quienes empuñan cetros de oro, de hierro o de hojalata quitarán la paz al amigo y a la amiga de la rosa… todo depende que te dejes perdonar y que permanezcas libre de nuevas ataduras… sabes ya por las sendas que has de andar, no te detengas pues en sustos ni en amenazas… el perdón auténtico te regala la paz… rechaza los gestos hipócritas, huye del compromiso barato, o de lo que te haga «quedar bien»… has de ser fiel a la verdad y a tu conciencia… la mentira camuflada de verdad, el mal maquillado de bien, son terribles y corrosivos… ahí lo ves con esa mujer adúltera y con los impecables oficiales que querían tirar piedras puritanas, pero que estaban manchadas de complicidad e hipocresía… la #rosasinporqué no se miente, sabe que tiene espinas pero no oculta la belleza que la hermosea… ¿cómo te paras ente el error, la falta y el pecado de los demás?, ¿señalas, acusas y condenas o acompañas, ayudas y perdonas?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 8,1-11)…