… ¿quién no pasa por temporadas durísimas?, ¿quién vive en un mundo de porcelana?, ¿quién camina sin horas oscuras?… a todos, ¡y a ti también!, nos llegan momentos en los que los problemas se agolpan y ¡ahogan!… unas veces es en forma de conflictos que te llenan de preocupación, otras veces te golpean fracasos inesperados, y hay ocasiones en que te falla la gente o te fallas a ti mismo, sin quererlo, sin poder evitarlo… y entonces te invade la inquietud, el agobio, te martillas la cabeza con las preocupaciones, las preguntas, las dudas y el sin sentido… sentís una opresión en el corazón… la garganta se te cierra, se angosta (angustia)… aprender a ser fuerte en esos momentos no es hacerte impermeable o impasible, no es revestirte de una capa de dureza que te haga inmune a las tormentas, no es compensar los problemas con otras satisfacciones, ni negar que existen… ser fuerte es ser capaz de caminar, aun herido o moribundo… ser fuerte es ser capaz de creer, aun sin ver ni sentir nada… ser fuerte es ser capaz de amar, aun sin ser amado y saberte vacío… la #rosasinporqué es fuerte con la fortaleza de la gratuidad, que le da la sabiduría de la debilidad asumida y no la rigidez impuesta de la fuerza… ¿eres fuerte con la ostentación presuntuosa de la fuerza o con la debilidad aceptada y acompañada?, ¿respondes con ternura y dulzura o con rigidez y altivez?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 9,35-38)