Quien más, quien menos, todos tenemos nuestro “escenario” y nuestra “trastienda”

… quien más, quien menos, todos tenemos nuestro “escenario” y nuestra “trastienda”… como en los teatros, como en los comercios, como en casa cuando hay visita… el “escenario” es lo que se ve, lo que está preparado para mostrar, para gustar, para dar buena imagen… en la “trastienda”, en cambio, están las cosas más desordenadas, tal vez más improvisadas, y se mezcla bueno y malo, limpio y sucio, orden y desorden… dejar ver lo bueno es una primera opción, ya que vives muchas veces teniendo que “demostrar”… es muy humano, esto de querer “dar una imagen” lo mejor posible de uno mismo… y, según los valores que tengas, querrás hacer ver una u otra cosa… el que ama el dinero quiere mostrar opulencia, el que ama el placer tiene que demostrar que goza y vive en una fiesta perenne, quien valora lo físico cuida su estética para exponer su mejor cara o cuerpo… el que persigue el bien quiere ser virtuoso, el obsesionado por el orden transmite eficiencia, y el que ama el poder se representa tan enérgico como puede… pareciera que esto no hay quien lo cambie, ¿quién querría enseñar lo “peor”?, ¿quién querría exponer lo “malo”?, ¿no sería un tipo de exhibicionismo impúdico?… pero tu verdad es más que eso, y en su dolor, más hermosa… no seas apariencia, maquillaje… vales por quien te mira y ama, y no por lo que ostentas, celas, disfrazas, aparentas y disimulas… la #rosasinporqué no vive de las apariencias, desde donde está se muestra tal como es sin necesidad de maquillarse para nada… ¿vives de las apariencias y maquillajes?, ¿cuándo concurres al templo disimulas tu irreligiosidad queriendo hacer muchas cosas?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 19,45-48)…