La música es un lenguaje, más allá de la palabra y más allá del silencio

… la música es un lenguaje, más allá de la palabra y más allá del silencio… se requiere la palabra, pero para superarla, y del silencio, pero para colmarlo… la música que naciera del ruido sería vaciedad, la que naciera del desorden podría ser dañina, la que se quedara tanto en el mero vacío como en la mera razón moriría en su pobreza… la música no hace milagros, aunque los provoca… lo que no vives, no lo expresa… lo que no habita ya en ti, no te lo da… lo que no conoces, no te lo comunica… la risa y el llanto, los dos “elementos” que forman tu canto, es lo que ella toma para darle alas, expresarlo y, si la dejas, besar con besos de enamorado… la música toma lo que hay en ti para engrandecerlo, hay un derroche de medios para interpretar la melodía más sencilla… necesitas del aire y del silencio… necesitas de cuerdas vocales, instrumento maravilloso en tu interior, y de oídos de una complejidad asombrosa… necesitas manos de filigrana, una capacidad casi ilimitada de imitar… y necesitas, por supuesto, de tu libertad, para cooperar con la gratuidad… necesitas piedras y palos, cañas que se puedan ahuecar, cuerdas en tensión, para darle alas al amor, para soportar el dolor, para comunicar lo incomunicable, para reposar el cansancio, para sanar heridas, para hacer fecunda la soledad… la #rosasinporqué posee la suave música callada de la gratuidad, por eso es tan agradable encontrarse con ella… ¿sabes llorar y reír con el corazón musicalizando tus sentimientos?, ¿tarareas o silbas alguna canción mientras vas caminado o mientras estás trabajando o con auriculares te conviertes en autista?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 19,41-44)…