… ¿quién eres?, ¿dónde estás?… preguntas por no sé qué «identidad» y “lugar”, tal vez para huir de la asfixia, de la repetición de las mismas necedades, en ansia por una liberación auténtica… no eres, ciertamente, lo que dicen o lo que piensan los «otros»… esos «otros» que pretenden conclusiones en el estilo más vulgar, repitiendo y repitiendo en ecos de la fama un aplauso o un examen mal aprobado… deja toda superficialidad y toda angustia, recuerda tu doble origen: celeste y terrestre… el «sentido», la vocación y la vida profunda, lo recibes de lo alto… no sólo ayer, sino a cada instante… es presente, es ahora, es «ya»… no has de aguardar hasta mañana… ¡vives y eres ya!… alguna vez, tal vez, hayas sospechado que estarías «formado» o «dispuesto» para no sé cuándo: ¡nada de eso!… creces en madurez cuanto más te descubres en el presente, en el ser… ¿quién eres?… ese «tú» que pronuncia quien te ama… ¿dónde estás?… en el corazón de quien te ama… no temas, no desesperes… no temas el sufrimiento, el dolor… es una escala que lleva muy alto… no temas la incomprensión, o el desprecio, o la torpeza que daña tus días… recibe, simplemente, lo que no tiene condiciones, la gratuidad… el amor no se compra, desde luego… la #rosasinporqué sabe que ella es quien la mira y ama gratuitamente… ¿quién eres? (no pregunto por tu nombre), ¿dónde estás? (no pregunto por tu ubicación)… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 8,27-33)…