Puedo yo, leproso, dirigirte a Ti

… ¿puedo yo, leproso, dirigirte a Ti, Señor, un pedido, una súplica?… ¿puedo pedirte que me reintegres al culto y a la comunidad purificándome de la lepra aunque queden en mi cicatrices y manchas, huellas?… ¡si, que puedo!… es que no nos perdonaste, Señor, con un decreto, ajeno a nuestra piel de pecadores, sino en un encuentro inaudito y fascinante con un rostro humano en el abrazo… es que no nos esperaste en el atrio de un templo, en el rito exterior, solemne y puntual, nos buscaste por los caminos inciertos minados por legistas y bandidos… es que no protegiste tu Santidad con guantes y mascarilla, bebiste en nuestros vasos y respiraste nuestro hastío… es que no llegaste impasible hasta el fondo del abismo, te hirió ver tanta gente en la miseria y el nombre de tu Padre en el cuchillo… es que, Señor, te ajusticiaron como maldito… ¡sí, sí que puedo pedirte que me purifiques!, porque al crucificar al Amor sin medida los clavos perforaron tu perdón que sigue manando por todos, y por mí, leproso en el cuerpo y en el alma, incontenible en sangre y agua… la #rosasinporqué pide con humildad a la gratuidad ser reintegrada a los encuentros con Dios y con los hermanos… ¿vives separado de tu familia y de tu Comunidad?, ¿pides con humildad ser purificado o sólo quieres verte curado?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 8,1-4)…