No soy digno pero yo cuento para Ti

… no soy digno pero yo cuento para Ti y, al final de cada día, Tú me cuentas y me llamas por mi nombre… no soy un número exacto y manejable, soy un misterio Tuyo y mío… miras mi brevedad con tus ojos puros, que ven en la tiniebla… yo no sé qué extravío se mueve por mi hondura, estoy ausente, dividido, no sé en qué ni dónde, tal vez cerca de las fauces de lobos o de abismos… al final de la jornada, universal y larga, no te sientes al calor de los maderos que arden en tu Casa: ¡sal a buscarme y hállame para que yo pueda encontrarme!… dime dónde estoy si sueños ajenos me encantaron o fantasmas propios me perdieron… hoy no basta con que silbes para que yo salga a tu paso: ¡estoy cercado por la noche y por el miedo, estoy cansado de tanto aislamiento!, ¡cárgame sobre tus hombros y yo me abrazaré a tu cuello!… ¡condúceme a tu Aprisco!, allí me encontraré con los demás y sentiré que a sus alegrías le faltaba mi nombre… y que el reflejo de tu mirada, en los ojos fraternales, me envuelva entero, tejido como lana cálida en el Hogar de tus desvelos… yo no soy nadie y, sin embargo, Tú me miras, me llamas, me cuidas, me amas y vienes hasta mi nada… la #rosasinporqué se sabe indigna de recibir tanta atención pero la gratuidad la dispone para siempre más… ¿te consideras digno y exiges más atención?, ¿visitas las casas de los otros sin hacer acepción?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 8,5-17)…