… porque vives deprisa, te pierdes y pierdes… porque tienes fronteras, porque pones condiciones, porque sospechas de Dios, porque aborreces el riesgo, porque ignoras a los demás, porque huyes del silencio, porque prefieres tener a ser, porque pactas con el confort, porque tienes miedo al compromiso, porque desiertas los caminos que suben, porque hablas más que haces, porque no te das a lo difícil… no sabrás ni hoy ni nunca, por más que lo intentes, por mucho que quieras, ¡para qué vale la vida!, ¡para qué sirve el corazón!… no sabrás, de verdad, ni el sabor de la paz, ni el precio de la alegría, ni el sentido de las lágrimas, ni el misterio de las cosas, ni el gusto de la vida, ni el encanto de la amistad, ni el valor del silencio, ni el milagro del amor… te pasarás la vida, ¡triste vida!, improvisando, corriendo, hambreando, huyendo de ti, lejano, desterrado, de visita, de sobra, ridículo, fracasado, esclavo, aburrido, desarraigado, vacío, inútil, viejo… con la vida tristemente vacía, inmensamente sin sentido… detente por un momento, déjate encontrar por la gratuidad, ¡date la oportunidad!… la #rosasinporqué no vive de prisa, gusta y disfruta de cada momento y situación como un inmenso don de gratuidad… ¿vives intensamente, plenamente, o intermitentemente, de a ratos?, ¿es vida tu vida o solo postergación de la muerte?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 6, 34-40)…