Perder la memoria de lo vivido

… perder la memoria de lo vivido es mucho más que olvidarse de los detalles, es borrar las huellas de los caminos, es nivelar emociones y festejos, es anestesiar momentos que hirieron, es fracasar en el amor compartido… quién no recuerda lo vivido es que nunca se tomó el trabajo de volver a pasar por el corazón aquello que lo marcó… quien recuerda con tristeza y melancolía, el corazón lo dejó en el pasado… quien recuerda con bronca y resentimiento, el corazón aún no ha convertido… quien recuerda agradecido, el corazón lo conserva enamorado y se renueva a cada paso… por eso, en el escenario más incierto, más desconcertante, más incapaz de, más vacío de, más desolador, más doloroso, Señor, ¡regresaste!… y yo, distraído en tonterías, empeñado en mis oscuras cerrazones, ¿cómo se me pudo pasar?… ¡no te oí llegar!, hasta hoy, hasta esta madrugada en que encendido por tu Espíritu vuelvo a recordar… ya has vuelto, radiante y herido, renacido y enamorado… has vuelto sin haberte ido, has vuelto insistiendo en recordar esto de amar tu Palabra, de cuidar al otro con un gesto, de atender los signos cotidianos, y de encontrar esperanzas minúsculas, en este desconcertante y apasionante escenario de la vida… la #rosasinporqué vuelve a pasar por el corazón agradecido lo vivido, y así se llena de confianza para el mañana… ¿vuelves a pasar por tu corazón lo vivido?, ¿has dejado que tu corazón sea agradecido?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 14,21-26)…