El pan no se entiende como tal, hasta no estar puesto a la mesa

… amigo y amiga de la rosa, el pan no se entiende como tal, hasta no estar puesto a la mesa… ¡allí tiene su lugar!… en una mesa que nunca es de soledad: es de familia, de amigos, de enamorados, de compañeros de trabajo, ¡pero no de soledad!… como mesa compartida, al pan se lo acompaña con la palabra… una palabra que encuentra la confianza de la mesa para ser puesta sobre ella… allí, se necesita la presencia diaria de ambos: palabra y pan, pan y palabra… poco a poco, ambos van dando un gusto propio a los que se reúnen, como un sabor que día a día se comparte… el pan es aquello que se puso a la mesa para ser servido… y el modo propio de servir lo que está a la mesa es: ofrecerlo, brindarlo, unos a otros… por eso es que el pan no puede faltar a la mesa, como tampoco nadie puede faltar a la mesa del pan… la #rosasinporqué se alimenta de la gratuidad como de su pan de cada día, y su palabra es siempre ¡gracias!… ¿dejas que la palabra dé lugar al pan, y que el pan te dé nuevas palabras?, ¿te alimentas para retrasar la muerte o para adelantar la vida?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 6,51-59)…