La «realidad profunda» sólo es adivinada en el maravilloso espejo

… la «realidad profunda» sólo es adivinada en el maravilloso espejo de la gratuidad y de la belleza, cuando te gozas hallándolas… el “ojo” te regala una visión que tiene horizonte, un cielo que te cubre, mares y montañas, perspectivas siempre nuevas en los valles… los rostros que te atraen tanto esconden secretos inagotables… pues bien, la naturaleza, aquél espacio, noche y día, esplendores y nublados, te brindan, espejándote, algo de tu secreto, algo que está infinitamente más allá de los confines… y los rostros le hablan a tu corazón de una intimidad gozosa… basta que “mires en hondura», porque lo que no ves se entrega a ese «ojo» en múltiples significaciones… el espíritu, tu espíritu, es grande como el universo… es hora, pues, de ir más “alto” a las montañas y “más cerca” a los rostros… y soñar desde las cumbres y las personas lo que apenas conoces, lo que ya sospechas, gracias a la gratuidad… no es, desde luego, esas alturas, pero lo descubres así gracias a ellas… no es la cercanía de las personas, pero sin ella sería imposible… ¡eres atraído por lo que ya está en ti, por lo que te habita, por lo que has hecho de tu casa!… nunca podría vibrar tu corazón si no hallara su «miniatura» en la inmensidad de esos valles y en ternura de esos rostros… son el templo de Dios, aún escondido… la #rosasinporqué es atraída por la gratuidad y no le quita los ojos de encima, por eso mantiene su belleza… ¿qué cosas te atraen y buscas con ardor de corazón?, ¿eres atraído por la belleza y la verdad, por las alturas y las cercanías?… (con el Evangelio de hoy San Juan 6,44-51)…