Orar no es mover los labios, sino el corazón

… orar no es mover los labios, sino el corazón… orar no es un analgésico para sedar la conciencia… orar no es presionar o chantajear a Quien posee el poder de todo… orar no es pulsear con esa Voluntad, ni amuletear tu vida para tener no sé qué suerte, ni comercializar tus méritos… muchos convierten a Dios en un “ente” que actúa indiscriminadamente en el mundo… orar es “entrar descalzo” en la presencia de Quien siempre está presente, de Quien es “zarza ardiente que quema pero no Se consume”… orar no es difícil, ¡es imposible!… si, ¡imposible! si eres tú quien quiere “construir una torre que te lleve al cielo”… ¡imposible! para “el hacer”, la industria, del hombre… por eso no se “hace oración”, que es una fanfarronada… ¿entonces?… orar es dejar que el “Espíritu gima en tu interior diciendo ¡Abbá!, es decir ¡Papito!”… y orar por alguien es ponerlo delante de esa presencia del Padre, del Papito… orar por alguien es decirle que forma parte de tu vida, que lo quieres y quieres que Dios, tu Padre, esté cerca de él… se trata de fe, de confianza, no de magia ni soluciones extrañas… la #rosasinporqué vive en la presencia de la gratuidad, por eso cada uno de sus movimientos o silencios son una oración… ¿oras?, ¿puedes vivir con alguien y no comunicarte, puedes decir que tienes fe y no dejas que el Espíritu gima en tu corazón?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 9,14-29)…