… oración, ayuno, limosna… recuperar la relación con Dios, conmigo mismo, con los demás… convertirme, dar un giro a mi vida, a mis costumbres, a mi manera de mirar, a mi modo de pensar… recibir la ceniza, recodar que soy polvo y al polvo volveré… recibir la ceniza, convertirme y creer de una vez en el Evangelio, en la Buena Noticia… caminar, así, durante cuarenta días, tiempo bíblico de purificación, para renovar en la Pascua mi condición bautismal, mi ser hijo de Dios y de la Iglesia… Tú, Señor humilde, nunca me has dicho: “humíllate ante Mí, dobla la cabeza, el corazón, la vida, y esparce sobre tu rostro luto y ceniza”… Tú, Amigo, me propones: “levanta la mirada, y acoge la dignidad de hijo en toda tu estatura, ¡humíllate Conmigo y vive en plenitud!”… Tú, Maestro, me desafías: “bajemos juntos a la hondura sin sol de todos los abismos, para transformar los fantasmas en presencia y los espantos en apuesta”… Tú, mi Dios, me invitas: “¡únete a mi descenso en el vértigo y el gozo de perdernos juntos en el porvenir de todos sin ser un orgulloso inversor de éxitos seguros!”… ¡aquí estoy!, Señor, en oración, ayuno y limosna, hoy comienzo a caminar… la #rosasinporqué también recibe la ceniza, con la gratuidad reconoce su indigencia y se pone en camino para renovar su hermosura… ¿quieres convertirte?, ¿cómo harás el camino cuaresmal?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 6,1-6.16-18)…