Olor a tierra mojada

… olor a tierra mojada, brisa fresca que acaricia la siembra, el trabajo realizado, a descansar y a esperar, ¡ya llegará la cosecha!… pies cansados, ropa sucia, cuerpo encorvado, el rebaño está seguro, no falta ningún cordero, a descasar y a esperar, ¡mañana otra vez a madrugar!… la masa leudada y trabajada, el pan en el horno, las manos tiritando cansancio, la mirada en la familia, apenas a descansar y mucho esperar, ¡en un rato la mesa los reunirá!… y en medio del trabajo y la fatiga, en medio del cansancio y de la espera, ¡la alegría!… esa alegría de saber que “está cerca” la cosecha, la madrugada y la mesa… esa alegría serena de los sencillos, pobres o ricos, que se esfuerzan y sacrifican… esa alegría insobornable de quienes miran de frente a los demás y a la vida… esa alegría contagiosa de quienes no se dan por vencidos aunque estén abatidos… ¿dónde se adquiere esta “alegría alegre”?, ¿dónde la venden?… esta “alegría alegre” no es maquillaje ni una mueca, por eso no se consigue ni en las tiendas ni en el mercado… esta “alegría alegre” es fragancia de quienes “esperan” traspirando, llorando, compartiendo, soñando, laborando… Señor, ¡te esperamos!, ¡ya estás cerca!… el corazón palpita ansioso, ¡nos alegramos!… la #rosasinporqué conoce la alegría alegre de quienes todo lo viven desde y con la gratuidad… ¿conoces la alegría alegre o sólo la amarga?, ¿contagias y compartes alegría?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 1,6-8.19-28)…