No te permitas poblar tu corazón de comercios

… “caminante peregrino”, en el mundo que vives los gritos de lo visible se tienen por muy poderosos… en efecto, los fantasmas de papel sucio y cartón ordinario levantan sus perfiles amenazadores y te apuntan si no estás preparado ni advertido… puedes andar asustado y te puedes volver, con tanta frecuencia, como la mujer de Lot… y, desde luego, ¡el espectáculo sería deplorable!… puedes quedar carcomido por las más menudas ambiciones, hambriento de un poder que no poseerás nunca, fracasado y cansado de tu propia necedad… y puedes arrastraste generando las más extrañas combinaciones para tejer una seguridad imposible… la de tu técnica, la de tus previsiones, la de tus manipulaciones…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, todo esto es completamente lejano a la vida verdadera, aunque parezca aullar tan cerca de ti… los fantasmas son figuras que dan miedo como en las viejas historias de terror… entonces, ¿qué hacer frente a la injusticia reiterada de tantos tiranuelos, cuando la angustia te oprime, cuando te ves asediado y abofeteado por ese poder tecnócrata, que todo lo ocupa y lo invade, que ya no te trata como a verdadera persona?… ¿qué hacer cuando pierdes consideración y paz, cuando ni siquiera respetan tus dolencias y te arrojan en medio de una calle desierta para morir de hambre?…

…. recuerda una cosa: Dios no resuelve los problemas de corte abstracto o genérico… esos, tantas veces, no existen o se resuelven y desaparecen en el marasmo de la necedad del mundo… por tanto -¿lo sabes?- ¡sólo estás tú!… sí, es verdad, te dejaron solo… lo único que hay es esto: lo que ahora vives… entonces: ¡calla!… aquiétate y retírate… siéntate en tu escondrijo, en tu ermita… date tiempo… no te respondas rápido… si es posible duerme un minuto… haz, presto, un “espacio”… lo peor de todo es que ese barullo que te asalta te niega ese mínimo “espacio”… y, en él, ¡no encuentras nada!…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, haces de tu vida una “casa de oración”… no te permitas poblar tu corazón de comercios que no está hecho para negocios sino para amar… no escandalices a los más pequeños haciéndoles creer que el dinero es más valioso que una caricia, una mirada o un abrazo… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Juan 2,13-22: “…no hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio… ”)…