No es en la altura de la razón

… no es en la altura de la razón,
sino en lo profundo del corazón,
donde te revelas, Señor…
… no es en la transparencia de las verdades,
sino en las turbulencias de las experiencias,
donde te encuentro y conozco, Señor…

… creer en Ti no es argumentación lógica,
sino confesión de la arrasante irrupción,
inesperada y transformante, en mi historia…
… creer en Ti es proclamar con los labios,
sin poder escapar, sin poder callar,
lo que en el corazón ha pasado, Señor…

… entraste, Señor, movido por el Espíritu,
en el desierto para ser puesto a prueba,
para ser tentado por Satanás…
… desviarte de tu Vocación de ser Pan,
teniendo pan para satisfacer las hambres,
idolatrando el yo y el dinero, presumiendo…

… entramos nosotros en los desiertos de adentro,
para fidelizar nuestra fidelidad y entrega,
siendo también tentados para desviarnos…
… la tentación del bolsillo: “el dinero todo lo puede”;
la tentación del espejo: “el culto vanidoso del ego”;
la tentación del pedestal: “la soberbia del puesto”…

… “ser pan” o tener pan,
dejarse comer o manipular las cosas y a los demás…
… “adorar” o idolatrar,
Dios primero y lo mejor para Él u ofrecerle las sobras…
… “confiar” o presumir,
suave abandono o irresponsabilidad ostentosa…

“… una vez agotadas
todas las formas de tentación,
el demonio se alejó de Él,
hasta el momento oportuno…”
(Lucas 4,13)

(… la “rosa sin porqué” es llevada al desierto y se pone a prueba su fidelidad incondicional en la gratuidad… con el Evangelio de hoy, San Lucas 6,4,1-13…)