… no eres dueño de lo que sabes de tus hermanos, de lo que ellos te confían o de lo que otros te cuentan sobre ellos… muchas veces se te da a conocer, quizá a “ver” con más profundidad que otros, tantas situaciones humanas propias y extrañas… y descubres tu consiguiente «impotencia» para que, conociéndolas así y aún sufriendo por ellas, seas fecundo en la historia de la redención de aquellos que necesitan convertirse… este, quizá, sea el sentido de «ver» lo que tantos otros no ven, ni pueden ver… más que condenar o censurar es preciso que ofrezcas y ores mucho… ya que tu, también, necesitas convertirte… el Señor te encomienda por su gracia, lo que hoy, en gran parte ignoras… el corazón que vive de la gratuidad es así confidente y participante de un gran misterio por el mayor bien de sus hermanos… la #rosasinporqué sufre saber tantas cosas, pero la gratuidad la preserva de hacer mal uso o abuso de lo que no le pertenece… ¿qué haces cuando te enteras de algo desagradable de tus hermanos?, ¿eres rápido para juzgar y condenar y lento para comprender y acompañar?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 10,31-42)…