… necesitas, en la vida, seguridades y aspiras a unas condiciones de vida digna… es legítimo que trates de ir mejorando, hasta poder darte algún capricho… pero, hay una línea que separa la “necesidad verdadera” de la “ansiedad impuesta”, la “seguridad” del “exceso” y la “prudencia” del “abuso”… está la tentación de “tener más”, “acumular”, “acaparar”… pareciera que no basta nunca con lo que has conseguido, todo te resulta insuficiente… la aspiración a acumular riquezas, bienes, relaciones o experiencias, se convierte en voracidad… …“… ¿y qué?… cada uno hace con su vida lo que quiere…”… es la respuesta de muchos jóvenes y no tan jóvenes… si la vida fuera propiedad de cada uno, vaya y pase… pero la vida tiene una “hipoteca social”, porque no estás llamado a vivir solo… en algún punto ocurre que dejas de ser “dueño” para ser “esclavo”, los bienes dejan de servirte para aquello que necesitabas para convertirse en tu “cadena”… tu vida va girando en torno a ellos, y poco a poco el miedo a perderlos puede más que la gratitud ante lo que tienes… frente a la necedad de la avaricia, la respuesta es la sabiduría del desprendimiento, que es una forma de libertad… se trata de tener una mirada agradecida a la vida, una mirada que te permita valorar lo que tienes como un don… no se trata de no necesitar nada, pero sí de no volver imprescindible lo que en realidad es accesorio… la #rosasinporqué no acumula para mañana, su tesoro y riqueza está en vivir agradecida el momento presente y así cada momento sea con sol o con tormentas… ¿acumulas y acaparas pensando que así te aseguras el mañana?, ¿reconoces que tu vida no es una cuestión de propiedad privada?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 12,13-21)…