Nada satisface tu «deseo»… día a día se apagan las luces, que tenías por nuevas y duraderas

… nada satisface tu «deseo»… día a día se apagan las luces, que tenías por nuevas y duraderas… cuando esto así acontece es necesario detenerte al menos un instante, escudriñar en tu corazón y abismarte en la quietud pequeña, dar tiempo al respiro y no encerrarte en razonamiento alguno… sólo mirar y embelesarte con lo que aún no ves, sólo gustar lo que ya está llegando… y dejar… continúa el camino con la certeza de que algo nuevo está viniendo… atiende, pues, inclínate a la voz de la gratuidad… ¿de dónde viene?, ¿es sólo silencio?… ¡desea atender para que «esa» voz te seduzca por fin y te enamores!… pero, ¿hay una voz o es puro deseo tuyo?… ¿es demasiada audacia desear lo que deseas, exagerado sueño?… ¡ah, el sueño!… el sueño se recibe, no se inventa… el sueño llega como el viento, como el soplo que no tiene fronteras… no, ¡no puedes fabricar tu sueño!… pero, ¿es un sueño?… sí, ¡claro! es que viene… es que llega… ya está aquí… ¡siempre estuvo aquí!… sólo arriba lo que estuvo siempre… lo que hoy quieres lo has tenido siempre, y si no jamás lo quisieras… la #rosasinporqué sabe que su deseo de gratuidad no quedará insatisfecho, por eso no pierde la serenidad ni la postura… ¿temes que tus deseos queden insatisfechos y los encoges y reduces?, ¿nacen tus deseos de la gratuidad del amor o de la mezquindad del egoísmo?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 15,21-28)…