Nada hay más elocuente que el silencio

… nada hay más elocuente que el silencio, nada más grande que un niño, nada más determinante que el abandono, nada más fecundo que la gratuidad, nada menos vistoso y, a la vez, más hermoso que unos pétalos de rosa deshojados… no te dejes engañar por las cáscaras, no te confundas con los papeles brillantes que envuelven regalos inexistentes, no te quedes atontado por las superficies o por las palabras hueras de los discursos… muchos son los espejismos, recibes noticias y duras «seriedades»… “ponte serio, muy serio”, te dicen… y añaden, “preocúpate de una buena vez”… entonces se suceden esos mensajes que no acaban, que no dejan espacio a ningún respiro… se te dice que Fulano es mejor que Zutano, que no te conviene hablar de esta manera sino de esa otra… te invaden pesos y medidas, que intentan convencerte de que eres un infeliz porque careces de poder y de dinero… no prestes atención a esas distracciones, ya has tomado la “determinada determinación” de la gratuidad en tu vida… buscas otros horizontes, anhelas esa «infancia espiritual», sin comparaciones arbitrarias, sin presupuestos, sin laberintos, sólo suspiras por la gratuidad… la #rosasinporqué ha optado por la gratuidad, nada ni nadie puede apartarla de este camino de decidida entrega… ¿has tomado decisiones determinantes en tu vida?, ¿te mantienes fiel a tus opciones fundamentales o eres un oportunista que cambia de destino según la conveniencia?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 9,51-56)…