… muchos te dirán que hables en la oración, que cantes en la oración, que digas y que digas cosas mortificando así los oídos de unos y de otros… pero has aprendido en la gratuidad un silencio que viene de lo Alto y no admite «distracciones» sonoras… guarda en tu corazón la incomparable sinfonía del silencio trascendente y no te apartes del camino mirando a los costados… nadie ora en verdad oyéndose a sí mismo, o mirándose al espejo, ensuciando así la pureza de un despojo dispuesto para Dios… en silencio dices y callas… quizá lo que no expresas se oculta en una sonrisa plena, en una mirada, ¿quién puede sospecharlo?… la poesía no se lamenta, a veces sólo puede llorar… no precisas declaraciones ni variaciones más o menos devotas, sólo el amor y la gratuidad… no te pongas a zurcir palabras, el Señor te conoce sin que abras la boca… la #rosasinporqué sabe que la oración que nace de la gratuidad es infalible, por eso deja que el silencio lo diga todo… ¿sabías que no se “hace oración” sino que se deja lugar para que Dios ore en uno?, ¿dejas que el silencio sea el maestro de tus momentos de oración?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 9,14-29)…