… muchos son los caminos, es verdad, pero hay uno que interesa al amigo, a la amiga, de la rosa… sí, uno solo… y ese camino es el que trazan tus propios pasos… es el camino de tu vida, insospechado e insospechable… no puedes distinguirlo, no acabas de verlo así no más, pero es… en efecto, está ahí o aquí, como quieras… en suma está, porque -quieras que no- lo trazas y lo sigues… y llegas a saber muy bien que todo él constituye un regalo, un don verdadero, que viene de lo profundo, que viene de Dios… pero, ¿quién eres?… esto lo preguntas siempre y no hallas respuesta que te conforme… en un cierto sentido, has de escapar de tu propia comprensión, si ésta se diera ahora mismo o alguna vez… no puedes encerrar en tus categorías, por decirlo así, lo que las excede… ¡tú eres más!… no puedes abarcar con tu razón lo que está por encima de ella, porque ¡tú eres más!… no podrás medir ni determinar esa vida tuya ¡que tanto te aflige!… porque ¡tú eres más!, ¡y tanto más!… no comprendas encerrando, midiendo y razonando… ¿quién eres?… el tú de Dios… vuélvete niño, es la hora del más pequeño… nada de cálculos, nada de astucia humana… la “rosa sin porqué” no recurre a la astucia, no anda haciendo cálculos, simplemente regala su hermosura… ¿vives calculando y con intenciones de trampear a tus hermanos?, ¿eres fiel en lo poco aunque sea poco e insignificante?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 16,1-8)…