¡Me molesta lo que haces!

“¡Me molesta lo que haces!”
“¡No soporto que seas así!”
“¿No te importa que me enoje?”
“¿No vas a cambiar nunca?”

Mucho reto,
demasiado,
nada de corrección.

“¡Otra vez!”
“¿Hasta cuándo’”
“¡Así, no!”
“¡No hay remedio!”

Mucho juicio,
demasiado,
nada de compasión.

¿Quieres ganar al hermano
o buscas sacártelo de encima?
¿Te interesa que se corrija
o prefieres verlo condenado?

Mucha hipocresía,
demasiada,
nada de empatía.

¿Deseas que recapacite y cambie
o haces lobby para que lo excluyan?
¿Trabajas para que se lo reciba
o ninguneas para que lo dejen afuera?

Mucha mentira,
demasiada,
nada de verdad.

Así las cosas,
el problema no es el “otro”,
sino tú sin el “nosotros”.

(… la #rosasinporqué aprendió a mirar con el corazón de la gratuidad, por eso busca siempre la corrección con amor… con el Evangelio de hoy, San Mateo 18,15-20…)