… los tiempos quedan trascendidos
cuando avanzas con confianza por la única senda,
la senda de Dios Padre,
la senda de Su providencia…
… aunque no puedas sospecharlo,
el abandono te libera de burocracias,
de dependencias,
que atan, entorpecen y demoran…
… lo más inmanente es,
también, lo más trascendente,
y la confianza, superándote,
te abarca y te transforma…
… ¡claro, no sabes cómo!…
y esto no es necesario…
… no es necesario satisfacer curiosidades,
sino dejarte traspasar por la confianza…
… te sumerges en el secreto del Padre,
en el secreto del abandono filial…
… Su paternidad se te brinda sin fronteras,
sin alambrados ni tranqueras…
… sigue, pues, sin dudar y en confianza,
en un solo instante puedes salir
de los estrechos límites que te ahogan
para hallarte bajo el cielo abierto y azul…
… es un instante,
es el instante,
ese presente único,
¡ahora!…
… quien confía es,
al mismo tiempo, generoso…
… no hay generosidad sin confianza…
… ¿no lo sabías?…
“… Maestro,
queremos que nos hagas
ver un signo…” (Mateo 12, 38b)
(… la “rosa sin porqué” vive bajo el signo de la gratuidad y, entonces, por la confianza y el abandono no teme ningún mal… con el Evangelio de hoy, San Mateo 12,38-42…)