Las palabras solas no bastan, aunque queden escritas en el alma

… las palabras solas no bastan, aunque queden escritas en el alma… hacen falta manos, manos que toquen, que rocen, que acaricien… manos que perciban la realidad, que sangren o descansen, que tomen el timón de una y mil naves que están en marcha, y que no suelten los remos… manos que sujeten a quien cae, que detengan a quien abusa, que acompañen a quien se agota… hacen falta manos que perciban lo duro y lo suave, lo frío y lo caliente, lo denso y lo ligero… ¡manos que hablen!… ¡qué necesario es decir “te quiero” con gestos, y no sólo con palabras!… ¡qué importante es tocar la realidad, expresar la ternura!… ¡qué elocuente es apretar el hombro del amigo, rozar con delicadeza el semblante de quien se siente abrumado!… ¡qué delicado es enjugar una lágrima ajena!… ¡qué expresivo el aplauso cuando es sincero, el saludo que anticipa un encuentro ya esperado, el beso lanzado a distancia, en el aire, a quien se quiere!… ¡qué urgencia de la mano familiar en la frente del enfermo, o la mano firme y suave que cura la herida!… toma entre tus manos las manos de quien tanto amas y dile: “¡te necesito”… acaricia el rostro de quien tanto amas y susúrrale: “¡te quiero!”… abraza a quien tanto amas y hazle sentir. “¡no te vayas!”… la #rosasinporqué acaricia con la suavidad de sus pétalos, la gratuidad no la deja disociar la palabra del gesto… ¿están tus gestos en armonía con las palabras más hondas de tu corazón?… ¿confirmas con tus gestos lo que trasmites con tus palabras?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 5,38-44)…