… las ofensas reiteradas traen un nuevo desconcierto… ¿cuántas veces has de perdonar?… ¡siempre!… entonces quedas azorado, quedas enmudecido, al no obtener la respuesta que aguardabas… el gusto de las «impresiones» más exteriores abruma a los amigos y amigas de la rosa, que vacilan aquí y allí sin saber cuál es el camino más adecuado… el hombre desconcertado sólo halla opciones diminutas, sólo percibe la desolación de lo vulgar, sólo puede atender a lo más inmediato, carente de perspectivas… ¿es posible seguir tal camino, así descaminado?, ¿un camino que no conduce a ninguna parte?, ¿no hallarás, tal vez, en la «aparente inutilidad de perdonar siempre» el acierto que te falta donde no haya rencores y durezas funestas?… no hallaras «respuestas» en los «santos de almanaque» ni en cancioncillas a la moda… nada que suene mucho será una respuesta… nada que te cierre la interioridad o la dimensión de vida que no está en las torpezas de un mundo que no quiere saber podrá responderte… ábrete a la aurora del amor que despunta en perdón… vuelve al siempre de la gratuidad… la #rosasinporqué no se cansa de perdonar siempre porque vive de sólo la gratuidad… ¿te cuesta perdonar o no quieres perdonar?, ¿probaste perdonar siempre?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 18,21 – 19,1)…