La conversión depende de la perseverancia de tu adhesión

… “caminante peregrino”, volver incesantemente a la realidad profunda es una constante conversión… ¡son tantas las «cosas» que te distraen, que pretenden arrebatarte tu bien!… sin embargo, en la misma medida en que adhieres a la verdad profunda, a tu vida interior, puedes liberarte de lo que quiere apartarte o alejarte…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, parece que la «calamidad» es más fuerte, pero no, es mucho más débil… en suma depende de la perseverancia de tu adhesión… es claro que lo más hondo, lo más interior y viviente, no requiere diplomas, ni preparaciones, ni estructuras… requiere la apertura de tu corazón a su paisaje infinito, al Ser y a la vida que recibes incesantemente como don…

… estás donde en verdad eres… aunque los datos sean escasos, aunque todo parezca lejos… hay un gran misterio: lo que se manifiesta lejano es lo más próximo y lo que está aparentemente aquí no más, es lo que permanentemente se va y acaba… lo que hace ruido pierde su sonido, antes o después… lo que calla, el abismo del silencio, es noticia presente de Eternidad…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, vuelves a convertir tu corazón a la Palabra y a Su Silencio… déjate predicar por tu Señor amado y escuche tu corazón la invitación a una altura mayor siempre más abajo… ¡desciende, pues, a las alturas de la humildad!… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Mateo 11,20-24: “… no se habían convertido… ”…)…