La apariencia es siempre una mentira

… la apariencia es siempre una mentira, más o menos camuflada, más o menos fomentada y querida… ser lo que en el fondo no se es, trampear, vivir del camelo, caretear, jugar al eterno carnaval… quien vive la vida, desde su disfraz particular, es una persona vendida a sí misma, a sus pretensiones, esclava de sus propias cadenas… quien va de “trepa” y de “facha”, es difícil que comprenda su dignidad, y la de los demás, cuando tan ocupado anda en su apariencia y en figurar… “Señor, entras en mi vida, y comienzas a atravesar por ella, con tu paso lento, cargado de urgencia por salvarme y, al mismo tiempo, lleno de paciencia para esperarme… has venido con tu mirada buscándome hace tiempo y yo siempre estaba detrás de algo: detrás de una apariencia, detrás de una excusa, detrás de una fuga, detrás de un lugar… hoy me expongo a tu paso, me detengo, me aquieto… al hacerlo veo todo distinto, alcanzo otra altura para mirarte, mirar a mis hermanos y mirarme… y veo que entre empujones de tantas torpezas mías, tu Amor avanza a paso firme… ¡nada lo detiene!… estás decidido a encontrarme… pero no quieres las mentiras, ni esas intolerancias y ridiculeces mías de correr a los primeros puestos pensando que los merezco…”… la “rosa sin porqué” no es vanidosa ni ostenta privilegios, porque se sabe embellecida por la gratuidad… ¿la apariencia forma parte de tu vida?, ¿a quienes invitas a la fiesta de tu vida?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 14,1.7-14)…