La ansiedad duele, la esperanza no

… “caminante peregrino”, con esa terrible ansiedad de realizaciones y de resultados, digna de evitarse, te dices… “voy a aprenderme bien de memoria lo que dice aquél gran maestro, a fin de aprovechar los caminos espirituales”… y pasan los tiempos, los días y las horas y acabas por darte cuenta que sigues en el punto de partida…

…. pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, ¿desilusión?, ¿fracaso?… quizá sea necesario «fracasar» muchas veces para hallar «aquello» que nunca puedes expresar bien… el «silencio» parece muy penoso para algunos… entonces adviene esa caterva de tensiones, esa feroz invasión de propósitos, porque no logras lo que quieres así no más…

… la ansiedad duele, la esperanza no… se ha dicho que las «aguas de Siloé» fluyen en el silencio… ¿qué ocurre cuando dejas que el curso del río te lleve más allá?… tu respiro te levanta por encima de tus sueños… y te hallas donde no sospechas… alégrate, pues, nada más…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, esperas y confías más allá de los cálculos y resultados , alejando toda ansiedad… la ansiedad no te permite ser gozosamente responsable… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 19,11-28: “…ellos pensaban que el Reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro…. ”)…