… irresistible necesidad, ésta de estar Contigo y con mis hermanos al mismo tiempo… estar “encontrados”, que no es lo mismo que “juntados”… estar “comunicados”, que no es lo mismo que “conectados”… estar “dialogando”, que no es lo mismo que “chateando”… “estar” hospedándonos mutuamente, Tú en mí y yo en Ti, ellos en mí y yo en ellos… curso del aguita del arroyo, que remite siempre a su fuente aunque no se la vea… latidos ininterrumpidos del corazón enamorado, que certifican la presencia del amado, de la amada… aunque tenga, Señor, muchas cosas que pedirte y conserve acumuladas incontables quejas, hoy callo… hoy sólo busco un encuentro desde lo infinito que late en mí… ¡triste de mí si atase tu respuesta a mi pregunta tan medida, o a mi lamento tan herido!… ¡triste de mí si ya supiese la respuesta!… tal vez sólo encontraría para mi sed, mi propia agua reciclada, el eco de mi monótono decirme, mi pasado humedecido por el sudor o por el llanto… ¡te necesito, mi Señor, más allá de lo que sé o de lo que digo de mí mismo!… ¡hoy descubro ya presente, en el amor con que me atraes, la pasión con que me buscas!… la “rosa sin porqué” no interrumpe su encuentro vital con la gratuidad, de ahí su inalterable confianza, alegría y paz… ¿eres intermitente en tus encuentros vitales?, ¿tu oración es inconstante y esporádica?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 18,1-8)…