Impostores, mentirosos

Impostores,
mentirosos,
falsos profetas,
de palabras seductoras,
promesas salomónicas,
gestos complacientes.
Lobos rapaces
en piel de ovejas,
con vocación de humo
y no de agua.

Lo que dicen,
como anzuelos
para los incautos.
Lo que prometen,
seducciones
para los necesitados.
Lo que gesticulan,
actuaciones
para sus cortesanos.

El orgullo es humo.
Crece en el aire
y en los ojos ingenuos
que lo admiran,
o en los aterrados
que le temen.
Sube hinchado
con el impulso fantasmal
de su propio vacío,
se regodea y gira
sobre su complacencia,
se alimenta y dura
mientras haya criaturas
que se quemen por él
sobre la tierra calcinada.
Al final, se diluye en el aire
nublando los horizontes,
y sepulta en los pulmones
la muerte de sus despojos.

La humildad es agua mansa
que se hunde y desaparece
por las grietas angostas
de los sequedales;
desciende sin ruido
a las tierras más hundidas,
acuna las semillas,
asciende por las raíces
y es alimento y alegría
en las flores y los frutos.
La humildad es aliada
de la vida sencilla
que Dios ha escondido
en el misterio de los justos.

Por sus frutos
reconocerán
al humo y al agua.

(… la #rosasinporqué tiene vocación de agua gracias a la gratuidad… con el Evangelio de hoy, San Mateo 7,15-20)