Hijo mío, te diré la verdad de mi corazón

… hijo mío, te diré la verdad de mi corazón: no bajaré los brazos, no me daré por vencido… hasta que entiendas que te amo, no dejaré de acompañar tus pasos poniéndome a tu lado… no dejaré de llenar tu plato con su don cotidiano, ni de cargar tu vaso con la esperanza que derramo… no dejaré de llenar tus años de la vida que comparto, ni de recibir tu cansado día en el ocaso… no dejaré jamás de amarte como te amo, aunque todo me diga, que es rotundo mi fracaso… la “rosa sin porqué” no se da por vencida, siempre regala gratuitamente su hermosura… ¿existe una verdad más grande que el amor que tienes a los tuyos?, ¿dejas que tus gestos y palabras expresen todo el amor que tienes o los mezquinas esperando inconfesados vueltos?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 16,12-15)…