… fuerte olor a tierra mojada, irresistible aroma de esperanza, lluvia que alivia la tierra reseca… llega una hora, ¡y qué hora!, en la que todo cálculo se estrella… y los dichos y definiciones de ayer se revelan insuficientes y hasta molestos y contraproducentes… es necesario que abras el corazón, sólo allí hallaras tu bien… llega la hora inesperada de la enfermedad y del dolor… ¿qué hacer?… ¿orar más, preguntar, sufrir sin más?… la «gran muralla» de «otros tiempos» se quiebra y se derrumba… es preciso dejar que se torne polvo porque ya, en realidad, no te defiende de nada… hay una apertura que no te atreves a atravesar, sin embargo te abre a toda esperanza cierta… es la confianza que no abandona al corazón agradecido… el Señor te ha tendido la mano y has de asirla, sin temer las tormentas… la #rosasinporqué enfrenta las tormentas de la enfermedad con confianza, la gratuidad la sostiene en la esperanza cierta… ¿cómo te compartas ante la enfermedad?, ¿en qué esperas?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 3,7-12)…