… experiencia fecunda de los límites, encuentro feliz con tu contingencia, momento propicio para la sola gratuidad… quieres, ¡y no puedes!, lo intentas de mil maneras, ¡y nada!… ¿seguirás intentando?, ¿no te cansarás de esperar?, ¿te vencerá tu reiterado no-poder?… vas andando, de camino, ¿llegarás?… quizá temas demasiado, tal vez traes un tremendo equipaje de normas, de condiciones, de encargos, de «cosas» de todo tipo… ya no confías en “otros”… sólo confías en ti y te desanimas, el peso de tantas limitaciones detienen tus sueños… y no te decides a cerrar los ojos y mirar «directamente» más adentro, y caer en la profundidad del “don”, de la gratuidad… pero nada válido gesta el hombre sin quietud ni asiento, la dispersión es un mal de nuestros días y tiene fervorosos seguidores de todo pelaje e inclinación… ¡echas de menos tantas esas estrellas, esas sierras, esos valles!… deja de andar de aquí para allá y calienta por fin un asiento… es necesario vivir y volver a lo interior, y más necesario es amar… tienes una gozosa limitación… y no puedes amar en verdad sin quietud, sin oración, sin lograr el sentido profundo que te entrega, sin condiciones, tu corazón… la #rosasinporqué no desespera con no-poder, la gratuidad la hace fecunda en la experiencia del fracaso… ¿dejas que tus fracasos te enriquezcan?, ¿has dejado de soñar por dejar de contemplar las estrellas?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 9,14-29)…