… es hora de amanecer… resuena la aurora con armonías seculares, siempre nuevas… descubres en el horizonte, en las montañas, en el mar, «algo» del secreto de la hondura interior… el horizonte, que parece lejano, es un «reflejo» del corazón y de la interioridad, la realidad exterior, sobre todo la «naturaleza», está ahí para enseñarte a leer… ¡esa pequeña semilla!, pero la pequeña semilla es «enorme», basta una mirada serena para darte cuenta de su asombrosa potencialidad… allí anida esa belleza inexplicable, insospechada siempre, imagen y reflejo de la pura gratuidad, de su presencia y de su acción… desde donde te encuentras y «en» donde te encuentras, todo lo alcanzas… de lo pequeño a lo máximo, de la nada al todo… el «todo» en la «parte»… ¿no ves la «dicha» y la «sonrisa» del fragmento, que se goza en su pura pequeñez?… acepta tu lugar y tu circunstancia, sin huir ni escapar… ¿crees que los ruidos y las cacofonías de este mundo pueden ahogar los encantos del alma y del espíritu?… no, cuida y cultiva tus mejores sentimientos, que son semillas de gratuidad… la #rosasinporqué siembra las semillas de su vida en el humus de la gratuidad, por eso sus pimpollos son tan hermosos… ¿dónde siembras las semillas de tu vida?, ¿cuidas la tierra en la que siembras vida y esperanza?…. (con el Evangelio de hoy, San Mateo 13.1-9)…