¡Eres don donado para los demás!

… “caminante peregrino”, no siempre te hallas en el lugar que supones… haciendo camino te das cuenta de que vas más allá de tus pasos… que tus «sendas» se suceden, no unas después de otras, sino en distintos niveles… sin advertirlo mucho, trasciendes tus «situaciones»… y, tantas veces, ¡en un instante!, pasas “más allá”… ¡si caminas orando no cabe definir qué cosa es ese «más allá»!…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, tu vida es un incesante regalo… sólo tu Señor labra en verdad la realidad, lo profundo… como quien se empeña y compromete en la obra que nunca puede serle extraña o ajena… ¡tu vida le es «propia»!… supera, pues, el «lugar» aparente despegándote de toda apariencia… sabes siempre “más allá” de sueños o de ilusiones… “más allá” de mil cosas… la clave es no identificarte con ellas… estar no en ellas, ¡sino cabe ellas!… ten cuidado, estate prevenido…

… la persona no puede ser sometida o esclavizada por ninguna instancia… siempre estarás más allá, aún de lo que más crees amar… el «lugar verdadero» es secreto… como aquella habitación secreta de la que te habla tu Señor cuando te dice de “orar en lo secreto”… ¿eres capaz de vivir el «secreto», ese mismo que se renueva, aparece y desaparece de mil modos, pues es don que te trasciende?… es el desafío de la oración incesante y del silencio… ¡es el desafío de la Realidad!…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, no importa dónde te encuentres… ni la hora que sea… ni las responsabilidades que tengas… siempre estás en Su presencia amorosa, saciándote, ofreciendo y adorando… que tu vida ya no te pertenece… ¡eres don donado para los demás!… suelta de una vez y ora sin cesar… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 21,34-36: “… tengan cuidado, estén prevenidos, oren incesantemente … ”)…