En horas de madrugada

… en horas de madrugada, cuando apenas el sol asoma allá lejos en todos los horizontes, en el mar y en la pampa, en los valles y más arriba de las montañas… en horas de madrugada amanece para ti ese “don”, precioso tesoro escondido descubierto o fina perla buscada encontrada, que no tiene comparación: ¡eres amado, eres amada!… déjate abrazar y abrasar por este don inefable… ¡don que quema!, ¡don que alegra y transforma!, ¡don que transfigura y no sabes cómo!… ¿dónde pensabas hallarlo?, ¿suponías descubrirlo en lugares privilegiados?, ¿pretendías circunscribirlo en zonas o instituciones determinadas?, ¿se te antoja sólo propicio cuando cumples con esto o con aquello?… a fuerza de buscar así, es magro tu resultado y no percibes nada… ¡es que has olvidado abrir las puertas del corazón!… ¿estás demasiado sumergido en fórmulas pasadas que estrechan cada vez más tu vida?… en horas de madrugada, bendiciendo la aurora que no tiene ocaso, descubres en tu corazón lo más inaudito: ¡se te ama mucho!… “… ¿de qué me acusas, hijo mío?… ¿de confiar, de creer y saber que puedes?… ¿de pedirte que agrandes tu medida para recibir hasta el extremo mucho más de lo que te atreves a imaginar y pedir?… ¿de mostrarte que en el amor jamás hay un ‘demasiado’?… ¿de enseñarte a poner en mis manos las cosas en las que pones tu vida, para que un día no te sea extraño encontrarte poniendo tu vida misma?… ¿de qué me acusas, hijo mío?, ¿de amarte sin límite?…”… la “rosa sin porqué” se despierta cada mañana encontrando el tesoro y la perla de ser gratuitamente amada… ¿cuáles son tus tesoros y tus perlas por los que vendes todo?… ¿es tu tesoro y tu perla el saberte amado gratuitamente y por eso eres tan feliz?… (con el Evangelio del día, San Mateo 13,44-46)…