En el camino, tierra pisada

… en el camino, tierra pisada, encontré una semilla como toda semilla, cerrada… acerada cáscara brillante, vuelta sobre sí misma, hermética defensa, seguro el gesto, certera la palabra, todas sus costuras bien selladas… para saber quién era y hacer vida su secreto estéril, la contemplé con la curiosidad del niño que juega sin romper sus juguetes, abandoné el bisturí del sabio que disecciona y aprende de la muerte y, tampoco, recurrí a la pregunta experta calculada como un lazo que atrapa el paso confiado… después, simplemente la enterré en el mejor rincón de mi jardín sin alambradas, la dejé abrazada en el misterio de la tierra, del cariño del sol alegre y del respeto de la noche… y brotó su identidad más escondida, verdes hojas primero, temblorosas, asomándose al borde de los surcos recién resquebrajados, pero al fin se afianzó de vida esperanzada… al verla, toda ella, renacida al pleno sol, con su melena de hojas, a todos los vientos despeinada, supe al fin quién era, todo el secreto vivo, suyo y mío, por haberla contemplado en su inicial encierro y haberla escuchado en su silencio… la #rosasinporqué es feliz al contemplar y escuchar las maravillas que hace la gratuidad en la vida… ¿te detienes a contemplar y a escuchar?, ¿rompes todo lo que llega o se pone en tus manos?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 13, 10-17)…