… el día que tú nazcas, mi niño, tendré que aprender a cuidar bien tu sueño, a acunar tu esperanza, a sostener tus titubeos… el día que tú nazcas, mi vida, tendré que aprender a oír tu balbuceo, porque entre risas y gracias sabrás decirme: “te quiero”… el día que tú nazcas, mi cielo, tendré que aprender a hacerme pequeño, pues si no, no sabré nada de lo que venga más luego… el día que tú nazcas, mi Dios, tendré que aprender, como lo sabe tu pueblo, que al pobre Tú lo sacias porque lo llenas por dentro… la “rosa sin porqué” nace pequeña y se mantiene hermosa y gratuitamente pequeña… ¿acoges a los niños como niños o te fastidia que sean niños?, ¿abrazas y bendices al niño que los tuyos llevan dentro o te molesta?… (con el Evangelio de hoy, San Marcos 10,13-16)…