… ¿cuándo estarás conforme con esa «oración tuya» que quisieras «perfecta»?… en realidad te hallas ante lo más importante, lo mayor, lo que arrebata tu alma y tu vida y te eleva… pero, claro, no te conformas… y es que todo siempre parece poco, sobre todo cuando te apresuras a medir las cosas… “tu” oración, “la” oración brota del Espíritu, lo sabes muy bien, pero te cuesta adoptarla así no más, sencillamente, como se da en el silencio siempre inesperado, insospechado, del corazón… en efecto, la oración “es” la de Jesús… es Él que ora al Padre, es Su Corazón que se eleva y en un mismo movimiento te lleva al Padre… ¡los ojos del Señor levantados al Padre!… vuelve silenciosamente a apreciar y a vivir esta oración, esta maravillosa contemplación que es la intimidad del Señor con el Padre, su Padre y tu Padre, Su Dios y tu Dios… no es necesario detallar nada, sólo sumergirte en el misterio inefable de la gratuidad que te transforma y lleva donde están tus amados… la #rosasinporqué se deja llevar por la gratuidad, de tal manera que dónde están sus amados está ella… ¿rezas o dejas que el Señor ore en tu jardín interior?, ¿cuándo oras estás y permaneces donde tus amados?… (con el Evangelio de hoy, San Juan 17,1b-20-26)…