Corregir y no retar… quién reta, ladra… quien corrige, acompaña

… corregir y no retar… quién reta, ladra… quien corrige, acompaña… y corregir abrazando, que no es lo mismo que corregir a secas… y hacerlo como si siempre a quien se corrige fuera un niño pequeño, aunque sea un grandote torpe y cabeza dura… es cuestión de amar siempre más… deja que el Señor te diga las verdades de tu vida, oídas de Sus labios no sonarán a cálido reproche, sino a amor que te acepta desgarrado… deja que quienes te aman te digan, también, esas verdades con abrazos y caricias… es posible que tengas la costumbre, diaria, de caer en el engaño de condolerte de tus propios lutos y, sin criterio, disculpar tus fallos… ¡miras tanto las faltas de los otros!… ¡tantas recetas das que tu no haces!… deja que el Señor te diga cómo te ve, Él que te abarca con Sus ojos eternos de milagro… no pierdas los ánimos, Él sabe corregir con amor, abrazando y llevando Su mano a las secretas llagas de tu corazón herido… Él es el Sanador herido de amor que tanto te ama que no te deja solo con tu torpeza y miseria… la #rosasinporqué sabe corregir abrazando con sus pétalos, la gratuidad no le permite abrazar nunca con las espinas que tiene en su tallo… ¿corriges o retas, abrazas o ladras?, ¿ves en cada hermano a un niño que debes tratar con delicadeza?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 19,13-15)…