… busca la paz y comprométete con ella… no la paz cómoda del “déjenme en paz”… no la paz engañosa del “quedamos en paz, pero cada uno por su lado”… no la paz artificial de “los acuerdo pacifistas”… la paz es fuego, quema… la paz no te deja tranquilo… la paz no negocia con el mentira ni con injusticia… la paz nace de un amor superior… busca ésta paz y despósate con ella… “serena humanidad que mansamente en suave costado nos amansa, sosegando el mal que embravecido con sus olas encrespadas amenaza… ‘¡vengan a Mí! -se oye en lontananza- y aprendan de lo abierto la enseñanza: sólo hundidos en el fondo de mi llaga, vivirán reflotando en esperanza… ¡venga a Mí!, si el vivir de más les cansa, pues El-que-vive-amando no descansa… si aupados los llevo Yo en mi carga, mi cansancio su descanso les alcanza… ¡vengan a Mí!, si el dolor da su asechanza, a beber del vino transformado que los baña en la fuente del costado que aún mana y calmando las heridas emborracha… ¡vengan a Mí!, traigan aquí su barca, la red tiren a la derecha, bajen después hasta la playa, que esperando con la Paz estoy Yo junto a las brasas’”… la “rosa sin porqué” ama la paz por eso no es pacifista ni se queda en paz… ¿qué paz procuras con tus decisiones y acciones?, ¿dónde buscas la paz para comprometerte y desposarte con ella?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 10,34 – 11,1)…