Ayunar con el corazón es caer en tierra

… ayunar con el corazón es caer en tierra y ser fecundo, es salir de si mismo renunciando a uno, es dar belleza al rostro cuando es tiempo de luto, es aguardar en la brecha lo que en llegar no tiene apuro, es tomar la bondad no como prenda o como un lujo… ayunar con el corazón es dejar de golpear la cabeza contra aquello que se opuso, es no vivir de la nobleza de aquello que se tuvo, es conocer la grandeza de lo pequeño que está oculto… ayunar con el corazón es sentir que el alma se estremece al dejar lo que era suyo, es acabar de reprocharse uno por lo mucho que quizás no pudo y aprender a dar las gracias por lo poco que allí en sus propias manos cupo… ayunar con el corazón es entender que los inviernos no son largos sino duros, es aprender en los otoños a soltar lo que antes por un tiempo se retuvo, es vaciar las alforjas sin guardarse ni un mendrugo, es entregar la posta al que le toca el turno, es devolverle a Dios en perla lo que su amor en grano puso… la “rosa sin porqué” vive con alegría la presencia amada y ayuna en su ausencia… ¿tiene el ayuno para ti un sentido amical y esponsal por las ausencias de tu presencia de quienes amas?; ¿tomas el ayuno como una dieta o como una privación estomacal?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 9,14-17)…