El árbol se preparó para dar lugar al fruto

… el árbol se preparó para dar lugar al fruto y cargarlo, sería ir contra la dinámica más profunda de sí mismo si intentara clausurar los espacios abiertos a un “más” de vida”… la capacidad para llevar el fruto, para llevar a otro, a ese “más” de vida, le fue dado, ¡sólo necesita acompañarlo!… si ante el espacio abierto que crece en el seno de un árbol, en el seno de una pareja, no va creciendo al mismo tiempo la decisión de asumir como propio lo que está por venir, ese fruto no encontrará quién lo cargue, no encontrará quién se haga cargo de él… pero no basta cargarlo: el fruto necesita que se lo cargue hasta la madurez… en la carga de vida del que lo sobrelleva, se prepara la carga que lo desprenda a su debido tiempo del árbol…. de no ser así, su dureza indicará lo que en su carga faltó… y la diferencia es grande, pues ya no se desprende como fruto, sino simplemente como un peso que se buscó descargar… el fruto en cambio es el que se desprende, y lo hace de aquel que lo cargó de cuidados y de vida para que se desprenda, cargado, como buen fruto… la “rosa sin porqué” es flor bellísima y su buen fruto es la gratuidad en aquel que la contempla… ¿te das cuenta que la bondad del fruto no sólo radica en el bien del fruto mismo sino en el modo de acompañarlo hasta la madurez?, ¿eres capaz de acompañar sin apropiarte, de dejar sin abandonar?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 7,15-20)…