Aquél viajero asaltado por los ladrones y auxiliado por el «buen samaritano», ¿qué pudo?

… aquél viajero asaltado por los ladrones y auxiliado por el «buen samaritano», ¿qué pudo?… tal vez padecer, pero -sobre todo- recibir la ayuda y la compasión de otro… el «hijo pródigo», ¿qué pudo hacer?… sólo volver a su casa y recibir el amor de su padre… y la célebre «mujer adúltera», ¿pudo algo más que quedar allí mismo, presente y en silencio, ante los acusadores y ante el Señor?… nada más y nada menos: porque, por lo general, «no-puedes», cuando no hay «fuerzas» y cuando atenazan hechos y personas… es un misterio muy grande el «no-poder» con que tropiezas por las sendas de esta tierra… pocos son los que «saben» de él y muchos los que «pasan» mirando de reojo… ¿es «hermoso» saberse impotente o incapaz?… ¡nada que ver!… pero lo cierto es que existe, pequeño, pequeño y, al mismo tiempo, grande, grande, este «no-poder»… estos límites cuya calificación y medida resultará siempre vana… permanece pequeño, confiado y agradecido, en el jardín del «no-poder», que sólo quien te ama sabe y conoce… la #rosasinporqué no teme quedar deshojada en el barro, ella sabe que la gratuidad la hizo preciosa y valiosa aunque parezca todo lo contrario… ¿eres capaz de descubrir los pétalos precisos de la vida en el barro de tu realidad?, ¿huyes cuando ves el barro de tus hermanos, das rodeos y sigues de largo?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 10,25-37)…