Amigo

… amigo,
pasa el tiempo,
y cada día,
cada momento,
valoro más tu amistad,
la disfruto y la celebro…

… amigo,
eres mi vida y mi alegría,
nunca te busqué,
pero apareciste
y te quedaste,
y le diste a mi vida alegría
y a mi alegría vida…

… amigo,
no te dejaré estrujado
como un vaso desechable
en la basura de la historia,
después de beber contigo
el agua de las fuentes
y el vino de las fiestas…

… amigo,
no te dejaré abandonado
como una barca rota
en la playa de los tiempos,
después de atravesar juntos
los mares anchos
hacia las playas de la vida…

… amigo,
no te dejaré deshecho
como un andamio inútil
pudriéndose en el suelo,
después de ayudarme
a construir la belleza
de hogares y de puentes…

… amigo,
al final estaremos juntos,
alimento ya inseparable
de mi alma y de mis huesos,
en el encuentro sin fin
del amor y de la fiesta,
con el Sembrador de gratuidad…

“…. el sembrador
salió a sembrar…”
(Mateo 13,3b)

(… la “rosa sin porqué” siembra gratuidad y cosecha amistad… con el Evangelio de hoy, San Mateo 13,1-9…)