Amigo y amiga de la rosa, seguro que te preguntas: “¿qué tengo que hacer?”

… amigo y amiga de la rosa, seguro que te preguntas: “¿qué tengo que hacer?”… pues, nada… nada más que abrir tu casa y morada a Aquél que viene, que ya está… una suerte de frenesí acapara a los incautos que creen crecer en la vida a fuerza de «hacer cosas»… y desesperan, porque enseguida comparan sus máscaras y figuras, sin salir más allá… ante tanta insatisfacción y vacío con «obras propias» es preciso que levantes los ojos al cielo y busques una altura nueva y fecunda, que sólo viene de Dios… anímate a descubrir un horizonte más grande, un panorama renovador que sólo lo alcanzas en la contemplación y en el silencio… ¡déjate encontrar por Quien tanto te ama!… la espera deseosa, enamorada, es un respiro necesario para remontar vuelo… es claro que no hallaras excesivas compensaciones, de esas que quiere, a toda costa, el «ego» inquieto… pero se te brindará una fecundidad no posesiva, no proyectada ni artificial, sino real y verdadera… necesitado eres, pero desbordado por el amor de Dios que te busca y encuentra y te carga sobre Sus “hombros”, en Su “corazón”… la “rosa sin porqué” evita el frenesí del hacer expositivo y se deja encontrar, agradecida, por quien la desea y busca… ¿sabes esperar con deseos ardientes que te encuentre quien te ama?, ¿sales a buscar a quienes se han ido de tu corazón y están perdidos?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 18,12-14)…