Amigo y amiga de la rosa, no puedes soñar la realidad, ¡tan grande es!

… amigo y amiga de la rosa, no puedes soñar la realidad, ¡tan grande es!… vuelve pues, silenciosamente, a los «bosques» de tu corazón, a sus caminos, a sus arroyos… sabes que, siguiéndolos, darás con el desierto y las montañas, hasta hallarte más allá de las estrellas… en realidad no es necesario que andes demasiado: en el Misterio vives recibiendo siempre de la Fuente el hálito vital… es imposible perder este respiro, porque, de algún modo, eres en verdad ese respiro mismo… dígase como se quiera: en este Misterio, en el Secreto del Padre, «eres, te mueves y existes»… ¿no te das cuenta lo que comporta ser en verdad amado sin ficción posible ni intención segunda?… ¿no te das cuenta de que ese Amor no se altera nunca?… es éste carácter inefable el que te conduce, una y otra vez, al mismo centro, a tu condición verdadera de gratuidad asumida y agradecida… la creatura no está «separada» del Creador, el amado y el amante no están “separados” del Amor, la felicidad no está “separada” de Dios… la “rosa sin porque” no puede vivir sin la gratuidad, en ella subsiste agradecida… ¿reconoces que tu vida depende amorosamente de Dios?, ¿eres agradecido o un quejoso crónico?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 1,26-38)…