… amigo y amiga de la rosa, ¿has pensado, alguna vez, en la simple acogida, en la más simple apertura a la realidad, sin más y sin otra cosa que ella misma considerada como don, como gratuidad?… el lugar en que te encuentras influye en la manera que tienes de percibir la realidad, y no puede ser de otra manera… por eso el desierto cuaresmal te regresa a aquel jardín en dónde todo es gratuidad… ¿dónde estás?, ¿dónde has ido a esconderte?… hay mil cosas que te ocultan… estás detrás de reparos, de proyectos, de instituciones, de modos… eso, eso, sobre todo de modos y de maneras… y te empeñas en multiplicar las ilusiones de métodos inalcanzables para refugiarte mejor, para rechazar mejor, una presencia tan simple e inmediata… tantos reparos y métodos cantan bien claro que no tienes confianza ni abandono en Dios… te separas de Él por las modalidades… lo alejas, una y otra vez, porque interpones ese “yo” travieso que no calla y se planta entre Él y tu, y hace dos donde sólo ha de ser Uno… no confías en el “modo” de Dios sino en tus maneras… por tanto, vuélvete, calla… ayuna, ayuna de tantas cadenas, de tantas ataduras y soldaduras que condicionan la gratuidad, tu libertad filial… la #rosasinporqué calla y ayuna, escucha la “voz callada” de la gratuidad que la libera… ¿es tu ayuno liberador o solo expresión dietética de una penitencia centrada en tu yo?, ¿mimas tanto a tu yo dándote tantos gustos, aún lícitos, que ya no tienes capacidad para escalar más arriba?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 9,14-15)…